La Neurodiversidad es un movimiento social que nace de la comunidad autista. Fue Judy Singer, socióloga australiana dentro del espectro, quién acuñó el término, a finales del siglo pasado. En 1998 publicó como artículo su tesis presentada en la Universidad de Tecnología de Sydney ―Odd People In: The Birth of Community Amongst People on the Autism Spectrum: A personal exploration of a New Social Movement based on Neurological Diversity―.
Según Judy, la neurodiversidad vendría a ser “un nuevo agregado a las categorías políticas ya familiarizadas de clase, género o etnia”. La neurodiversidad abarca todas las formas neurológicas, dentro de las cuales algunas son más frecuentes, es decir “neurotípicas”, y otras son minoritarias o “neurodivergentes”.
Entonces, este nuevo concepto tiene mucho que ver con la vida ciudadana, ya que plantea a las personas cuyo cableado neuronal es diferente, como minoría social, y no como la mirada médica patologizante ha venido haciéndolo, es decir, tildar a las personas neurodivergentes como anormales, deficientes o disfuncionales.
¿Y cuáles serían esas neurodivergencias?
Estamos hablando de condiciones neurobiológicas, como lo son los así llamados trastornos del espectro autista, TDA-H, dislexia, trastornos del ánimo, esquizofrenia, entre otros. Los avances tecnológicos que se han desarrollado en los últimos años, para la investigación de las neurociencias, han permitido adentrarnos en el cerebro de personas con estas condiciones ―libro de Temple Grandin al respecto: “El cerebro Autista”―, y nos han ayudado a comprender un poco de qué se tratan estas conexiones cerebrales divergentes. No voy a ahondar en este tema, debido a que no soy experta, pero a quien le interese, ¡lo invito a investigar!
Desde esta mirada, las condiciones neurobiológicas atípicas son consideradas variaciones normales dentro de la humanidad; no son enfermedades, sino que son diferencias. Yo nací con un cerebro autista, y seguiré siendo autista durante toda mi vida, porque mi cableado neuronal está configurado de esa forma. Aunque no se tenga claridad aún del origen de estas condiciones, hoy en día los científicos están demostrando que podemos encontrar respuestas al adentrarnos en nuestra biología cerebral.
¿Y por qué es importante ponerle nombre a estas minorías?
Las condiciones que mencionamos más arriba no son visibles externamente, es decir, las personas neurodivergentes no somos físicamente reconocibles a simple vista, como sí lo serían las minorías raciales o incluso de género. Mientras no recibamos un nombre como colectivo, seguiremos pasando desapercibidos, seguiremos siendo “invisibles”. Pero resulta que al adentrarnos en los cerebros de los individuos autistas o TDA, descubrimos que hay diferencias demostrables a través de la imagenología cerebral, en la forma y funcionalidad de las redes neurológicas; es decir, nuestros cuerpos son diferentes. El encontrar las bases biológicas que “explican” nuestras diferencias, cuestiona el paradigma desde el cual estas condiciones han venido siendo consideradas trastornos mentales.
Todos los cerebros humanos son diferentes, pero existen formas neurológicas más frecuentes y otras que son minoría.
Cómo veíamos más arriba, existe una mayoría neurológica, que llamaremos neurotípicos, y existimos personas neurodivergentes, que tenemos un cerebro diferente al de esa mayoría; pero, eso no nos hace ser enfermos mentales ni inválidos, sino que nos hace funcionar de forma diferente. Con funcionar me refiero a la manera en que recibimos y procesamos la información sensorial, como también a nuestra forma de comunicarnos y de relacionarnos; pues sí, no todos pensamos ni sentimos del mismo modo, ni percibimos el mundo de la misma forma.
¿Para qué sirve hablar de neurodiversidad?
Reconocer las diferencias neurológicas innatas tiene muchos beneficios. Porque si miramos la realidad solo desde el punto de vista neurotípico, ser neurodivergente hoy en día es un problema; y eso es cierto, debido a que nuestro actual sistema educativo, laboral, de salud, etcétera, está construido en base a esa mayoría neurotípica.
Mi cerebro es diferente al de la mayoría; soy diferente, y eso está bien y ¡puede ser genial!
Uno de los principales beneficios de asumir nuestra divergencia neurológica, es el de descubrir en qué soy buen@ y qué me gusta hacer. Porque resulta que, si bien las personas atípicas tenemos muchas dificultades para funcionar en el sistema ―que nos hacen sentir a veces discapacitados, de lo cual hablaré en otro momento―, por otro lado, tenemos grandísimas capacidades, que incluso podríamos considerar dones.
Nuestra hipersensibilidad autista, por ejemplo, en el terreno artístico es una ventaja, o la capacidad innata de muchas personas en el espectro para reconocer patrones (ver post sobre este tema), que hoy en día se está aplicando a la programación y tecnologías de avanzada… en fin; todos los individuos tenemos áreas en las que resaltamos, versus ámbitos en los que somos poco hábiles. En las personas neurodivergentes esas polaridades son más intensas, por lo que encontramos personas que son genios para las matemáticas, pero no son capaces de anudarse los cordones de sus zapatos, por ejemplo.
La neurodiversidad nos ayuda a ver esas dificultades particulares que tenemos ―que son reales, y por ende no las estamos negando―, no como deficiencias, sino como diferencias, porque ¡eso es lo que son!
Entonces, reconociendo nuestras habilidades y temas de interés personales, podemos desarrollarnos de forma mucho más satisfactoria, potenciando esas áreas en las que somos expertos, en vez de intentar encajar y ser alguien que no somos. Es decir, el paradigma de la neurodiversidad parte de la base de respetar la singularidad de cada persona, tanto neurotípicos como neuro-atípicos, para que nos desarrollemos en nuestro máximo potencial, sin intentar “normalizarnos”, “adaptarnos”, o “adecuarnos”, sino siendo nosotr@s mism@s.
Para ir cerrando…
Personalmente, siento que hablar de neurodiversidad es fundamental si queremos evolucionar como sociedad hacia la convivencia armónica, ya que una sana colectividad se basa en individualidades auténticas y plenas.
Y especialmente, como minorías neurológicas, este movimiento social nos ayuda a empoderarnos, partiendo de la base de nuestra propia valoración como individuos diferentes, es decir, aceptándonos, sanando nuestra autoestima. Y por otro lado, en el ámbito ciudadano, nos permite unificar nuestras voces en la lucha por los apoyos y modificaciones que podemos necesitar.
El movimiento social por la neurodiversidad es muy nuevo; no lleva más de 20 años como tal. Tenemos mucho trabajo por hacer. Principalmente, diría que es muy necesario educar a la sociedad sobre este tema, porque no lograremos cambios sociales sin la base conceptual de lo que son las condiciones neurodivergentes, y para eso es necesario hablar de neurodiversidad.
Yo puedo hablar desde mi experiencia como persona en el espectro autista, pero no sé cómo lo vive alguien TDA, o disléxic@, o bipolar…
Por eso, me encantaría conocer tu opinión sobre el tema!
¿Perteneces a alguna condición neurodivergente?
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Fuentes: Artículo sobre Neurodiversidad, infobae.com – Conociendo a Judy Singer, mysprectrumsuite.com
Posdata: Debo decir que el hecho de que haya sido una mujer en el espectro autista quien haya dado nacimiento a la palabra “neurodiversidad”, ¡me encanta! Publicó en 2017 su libro “Neurodiversity: The Bird of an Idea“, donde amplía su tesis, por ahora solo está en inglés.
Todos los artículos:
- Ajustes razonables, salud y derechos: haciendo uso de la Ley de autismo
- Mi experiencia con el Registro Nacional de Discapacidad y la famosa Credencial de Discapacidad
- Paradigmas, símbolos y criterios diagnósticos: Un vistazo a la historia de la comunidad autista
- 7 pasos para enfrentar la depresión – Guía de autocuidado
- La depresión y yo – Sanando las heridas del alma
Excelente tema!
Me pregunto si lo que queremos decir es neurodiversidad o neurodivergencia.
Las personas neuritípicas no son también neurodiversas en funcionalidad, habilidades cognitivas, artísticas etc.?
En lo personal, siento que el concepto correcto debiera ser neurodivergencia, cuando hablamos de autismo o TDAH, porque diverge neurológicamente de lo típico, común o esperado.
No soy experta en lingüística, sólo es una apreciación personal.
Si concuerdo con la necesidad de un nombre que facilite a la minoría (mujeres dentro del espectro autista) el poder identificarse, pues eso ayudaría a visibilizar la condición que hoy lamentablemente no existe para el sistema.
Exacto!
Los neurotípicos también están incluidos en el concepto de Neurodiversidad.
Siento que para hablar de neurodivergencia primero debemos hablar de neurodiversidad, ya que es algo nuevo.
Antes hablar de diversidad sexual, e incluso actualmente de género, era revolucionario, y lo bonito de las diversidades en general es que nos incluyen a tod@s…
Ahora, desde esa base de saber que los seres humanos variamos neurológicamente, las minorías neurodivergentes podemos plantear nuestras miradas en la sociedad, y que se sepa que existimos.
Gracias por tu comentario Claudia!
Un abrazo <3
(Le agregué un par de palabras al post para que se entienda mejor la idea 😘)
Gracias por escribir sobre este tema! como algo que recién está surgiendo apenas se encuentra información más detallada. Tengo trastorno bipolar y lìmite de la personalidad. Todo es muy confuso todavía porque el diagnóstico fue hace poco. Descubrí la existencia de la neurodiversidad ayer y no paré de pensar en ella, sobretodo relacionandola con estos dos trastornos. Pasó mucho tiempo desde que escribiste este artículo pero si querés hablar más del tema por favor escribime.
Saludos
Entiendo que la neurodivergencia no es una condición, sino una identidad. Las personas no podemos “tener neurodivergencia” sino que “somos” neurodivergentes.