La depresión y yo – Sanando las heridas del alma

Ilustración referente al tema del post.

En el post anterior profundizamos en qué es la depresión, sus síntomas, factores de riesgo y en las alteraciones a nivel cerebral que implica esta enfermedad. Si no lo has leído, ¡te recomiendo comenzar por ahí! > “Quiero hablar de depresión”.

Oka, entonces hoy me toca referirme a mi proceso personal con la depresión, y en otro post compartiré las estrategias específicas que he utilizado para manejarla.

Ilustración en acuarela, de una rana verde que parece sentada sobre sus patas traseras, y con las patas delanteras juntas sobre el pecho, bajo las cuales se ve un corazón rojo. Tiene los ojos cerrados y sonrisa. A su lado aparece el texto "SANA SANA, corazón de RANA, si no sana hoy, sanará mañana". Por Magda Montero

Verano, otoño, invierno, primavera, y verano otra vez…

🌞🌼🍂☔=>🌞

Esta historia comenzó el verano del 2017. Yo tenía 24 años y me enfrentaba al término de una relación de pareja larga e intensa. Fue muy fuerte, vivíamos juntos, y de pronto el escenario cambia, y me encuentro ahí, conmigo misma sola por primera vez en mi vida adulta, y para añadirle dramatismo al asunto, durmiendo sobre una alfombra, sin cama… 🤣 En fin, ¡vaya que dolió! La sensación que yo tenía era como de si me hubieran arrancado una extremidad.

Por ese entonces estaba comenzando un nuevo trabajo que me entusiasmaba, y me mantuve bastante funcional.

En esta crisis yo sabía que tenía que “hacerme ver”, que no me podía seguir postergando, pues desde pequeña que sentía la necesidad de resolver-me. Con ese impulso, me llevé por primera vez al médico y en otoño comencé un tratamiento con medicina antroposófica y terapia de masaje rítmico.

En ese momento, y debido a las alteraciones biológicas que yo experimentaba la doctora quiso descartar hipotiroidismo. Tenía las defensas muy bajas, me la pasaba con amigdalítis, la presión sanguínea muy baja, el ritmo cardíaco alto, la temperatura corporal baja y necesitaba llegar todos los días del trabajo a dormir siesta; pero los exámenes salieron normales.

✨ 🧙‍♀️ 🔮🙌🧙‍♂️

Ese invierno fui a un taller de terapia Adaba ―en la Escuela Hadara―, un sistema de Sanación Energética, y pasé a la camilla. En ese momento el profesor Francisco Moreno (psicólogo y autor del libro “ADABA, Sanación Estructural del Aura”) literalmente me “metió el dedo en la llaga”. Examinando mi campo áurico me dijo que tenía un lazo en el pecho, con una persona a quien yo había amado mucho, y que se había llevado parte de mi alma; y que ahí desde donde salía el lazo tenía una “herida”. Entonces él manipuló el lazo, y pude sentir en el medio de mi pecho una sensación de grieta, de vacío, como un hueco: la herida estaba activa cual volcán, y yo ahora la podía percibir.

Sí, energías, sanación, heridas y lazos. Si usted es escéptico frente a lo suprasensible seguramente le incomodan estos términos, pero esa fue mi experiencia.

Sana sana, corazón de rana…

Ese invierno ―ups, sin querer primero tecleé “infierno” 😅― fue de conectar con el dolor, sentirlo, experimentarlo…

Unos meses antes me había topado con un canal de Youtube: La Consulta de la Sofi. Sofía Vera es una maravillosa mujer asperger, desarrolladora de la terapia Adaba que mencioné más arriba y de quién hablaré más en otro momento (❤️). Y bueno, en uno de sus videos trataba el tema de lo importante que es hacernos cargo de nuestras heridas psicológicas,  abrazar el dolor del alma y hacer algo con él.

Un día llegué a mi casa inspirada desde una exposición de Andy Walhol con una frase rondando en mi interior. Me había dicho a mí misma, a modo de mantra personal “sana, sana, corazón de rana”. Comencé a jugar con mi kántele, instrumento que utilizamos las educadoras Waldorf en preescolar, y surgió una pequeña canción a dos voces, en escala pentatónica. ¡No me moví del sillón hasta terminarla!

Unos días después me junté con mi amiga Magdalena Yolín, y grabamos el tema ―Instagram de nuestro proyecto musical Yolín-Montero―.

Aprender a pedir y recibir ayuda

Tuvieron que pasar varios meses, y no fue sino en primavera que pedí hora para terapia y comencé a trabajar directamente el lazo, la herida primordial y varios temas más.

En síntesis: la ruptura amorosa había abierto una herida de abandono que yo acarreaba desde mi infancia, una herida nacida de mi sentimiento de no haber sido amada ni “vista” cuando era pequeña.

Ahí comenzó mi viaje de sanación, de mirar el dolor, limpiar la herida y enseñarle a mi campo energético a fluir de una nueva forma. Estuve varios meses en trabajo profundo junto a mi terapeuta, a quién agradezco eternamente su acompañamiento. ¡Podría contar tanto al respecto!

Mientras sucedía todo esto en mi interior, seguía recayendo en amigdalítis y resfríos constantes… Así fue como en el verano siguiente fui a otra doctora, ahora con varios kilos de menos, pero mis signos vitales igual de extraños: hipertiroidismo, fue la hipótesis de esta vez. Nuevamente los exámenes mostraban que estaba “todo bien”. Ahora la doctora tuvo la buena idea de medir el cortisol, y éste salió elevado: era evidente que estaba viviendo mucho estrés.

Fueron tiempos difíciles en mi trabajo, con muchos desafíos, y no me daba cuenta de lo estresada que vivía, a pesar de salir angustiada cada día del jardín, con necesidad de aislarme, y sintiendo que todos los estímulos me atacaban. 😢

Yo no sabía que soy autista, no entendía que mi dolor corporal y sensación de “fiebre” con 36° se debía a una sobrecarga generalizada, y me frustraba mucho mi incapacidad para cumplir con todas las exigencias de la vida adulta. Yo podía trabajar, pero llegaba a meterme a la cama y la loza se acumulaba por días, o lograba pagar las cuentas, pero no me veía con mis amigas, no me quedaba energía para nada más…

El diagnóstico de depresión

Nunca en mi vida había recibido ningún diagnóstico de salud mental, ni había sido evaluada de ninguna forma. Desde pequeñita me había esforzado por pasar desapercibida, por aparentar “estar bien”, ¡y me había salido de maravilla!

Seguía en tratamiento médico y continuaba la terapia, ahora con sesiones más distantes. Empecé una nueva relación de pareja, comenzó otro año escolar y sumando todas estas exigencias llegué al punto de colapso

Ahora era un poco más consciente de mis necesidades, sabía que debía dosificar mis tiempos sociales, que necesitaba más soledad que la mayoría de las personas, pero aún así la vida tuvo que golpearme desde fuera para despertar: Me accidenté en bicicleta, luego me chocaron la bici y a los días me la desmantelaron; se me rompió el teléfono, en fin… Era como si los sucesos me dijeran: ¡detente!

Y así fue. Recuerdo haber llegado a sesión con mi terapeuta y contarle todo esto, sumado a mi sensación de angustia en el pecho y la garganta, y el cansancio crónico ―quería “dormir eternamente”―, además de dolores inespecíficos que iban “cambiando de lugar”, y en ese momento me dijo: Lo que me cuentas son síntomas de depresión. 😳

Chanfles, ¡qué fuerte escuchar eso! Pero me hacía sentido… yo no estaba bien. Me dio Esencias Florales para contenerme, y me recomendó descasar lo más que pudiera; también me sugirió tomar licencia médica, pues mi trabajo en ese momento para mí era como un campo de batalla.

“No se te nota”

En ese momento recuerdo haber conversado con quien fue mi pareja ―médico especializado en salud mental― y lo primero que me dijo fue: “no se te nota”. Parece que para que a una le crean hay que hacer un show dramático con lágrimas incluidas… Me recomendó atenderme con mi doctora, diciéndome que de nada me servía el descanso laboral si no complementaba con un tratamiento específico para la depresión, y eso fue lo que hice.

Llevaba más de un año en la misma situación de salud, y ninguna de las doctoras que me atendió había encontrado el origen de mis alteraciones.

Esta vez, cuando le conté a la doctora las observaciones de mi terapeuta al fin pudimos encontrar un tratamiento médico específico para lo que me pasaba: depresión. Me dio dos opciones: antidepresivos o inyectables de medicina antroposófica. Por miedos y prejuicios personales preferí la segunda opción.

En mi trabajo mis colegas y empleadoras estaban sorprendidas, porque a pesar de que conversábamos bastante y yo les había comentado darme cuenta de que “hace tiempo no me sentía feliz”, la depresión no se me notaba. Pero me apoyaron, y buscaron reemplazo por 15 días.

Fue un alivio darme el permiso de estar mal, hacer crisis y decir “tengo depresión”, pero recuerdo con dolor la poca comprensión de algun@s cercan@s. Cuando lo conversé con mi madre reaccionó diciéndome tajante “no, tú no tienes depresión; yo tuve depresión, y eso sí que fue terrible”. ¡Dios mío! Era muy frustrante que aún estando en tratamiento había quienes no me creían…

¿Y ahora qué?

Al asumir mi depresión entendí que debía cuidarme, y para eso tuve que reducir mis actividades. Necesitaba descansar lo más posible, para que mi sistema nervioso pudiera recuperarse.

Aceptar la depresión me obligó a ponerme atención a mí misma, y a tomar decisiones necesarias para mi bienestar, una de esas fue terminar el año escolar y renunciar a mi trabajo.

Los días de licencia médica me sirvieron para calmarme, dormir mucho y retomar fuerzas; pero también para reconectar con las cosas que disfruto hacer, en mi caso, todo lo que tiene que ver con la creación artística. Ordené el taller de mosaico en mi casa, y una noche decidí entrar en otro duelo no resuelto de 6 años antes: la pérdida de mi bebé a los 3 meses de gestación.

Me acompañé con unas copas de vino, papel, lápiz y mi kántele. Fueron saliendo las lágrimas, los versos, melodías; y así nació otra canción: “Duele [duelo]”.

En ese momento yo no sabía nada del autismo, pero ahora sé que las personas autistas solemos tomarnos más tiempo que los demás para procesar nuestros dolores emocionales. Muchas veces en esos momentos de shock no logramos digerir, ni si quiera percibir o identificar nuestras emociones. Solemos entrar en fases de mutismo selectivo, y pueden pasar días, meses o años, hasta que logramos entender lo que sentimos en el pasado, para poder recién ahí expresarlo a los demás.

Y aquí aparece la palabra mágica: AUTISMO

Uy, fue en pleno agujero depresivo que me enteré de mi condición; ahora puedo decir que le estoy muy agradecida a la depresión, ya que si no fuera por ella no sé qué sería de mí ―el descubrimiento de mi autismo da para otro post aparte―, ni habría pasado todo lo que sucedió después: el nacimiento del Colectivo ASPERgirls Chile y de este proyecto. Así que: ¡GRACIAS DEPRESIÓN! 🙌

Saber que soy autista me ayudó a salir del agujero depresivo,  y me ayudó a retomar mi vida, ahora con una nueva fuerza, nacida de saber por qué soy como soy. Comenzar a entenderme, a comprender mi historia y mi infancia, fue gracias al conocimiento del espectro autista. Literalmente yo considero ese momento como mi segundo nacimiento…

Fue en ese tiempo, agosto del 2018, que participé de mi primer encuentro con otras mujeres autistas, y es algo que agradezco muchísimo.

Y pasé agosto! Pero…

Llegó la primavera 2018, y con ella la frustración de sentir que no mejoraba. Este es un extracto del correo que le envié a mi doctora:

Me doy cuenta de que no estoy bien. Aunque “funciono” en la vida me siento un poco muerta. Este fin de semana tuvimos encuentro familiar en el jardín y al ver a mis colegas tan satisfechas y felices, y yo, a pesar de sentir que había salido todo bien, quería puro irme a mi casa. Y me llamó la atención que no lograba sentir esa sensación de expansión que he sentido antes en esas situaciones. Me siento desconectada de la naturaleza, cosa que nunca antes del período depresivo me había pasado. Me doy cuenta de que no disfruto las cosas que antes me hacían sentir feliz…

Octubre 2018

Aquí fue que al fin acepté que necesitaba antidepresivos alopáticos.

La Medicación

Yo era la típica persona reacia a la psiquiatría en general, y la idea de tomar drogas psiquiátricas no me agradaba. Tenía miedo del efecto que pudieran tener en mí, ya que había leído testimonios terroríficos sobre efectos secundarios, y escuchado algunas personas cercanas afirmar que los antidepresivos solo los “dormían”, y yo no quería eso.

Pero llegó el momento de aceptar que yo los necesitaba. Estaba aburrida se seguir mal, y llegué al punto de decir “¡dame lo que sea!”. 💊

Además, la tecnología de los medicamentos psiquiátricos ha evolucionado bastante. Aunque, lamentablemente las marcas farmacéuticas con menores efectos secundarios son las más costosas. Yo podría haberme atendido en el sistema de salud pública, pero en Chile aún es muy lento, y bastante hostil. Con FONASA me puedo atender con mi médico particular, pero debo comprar por mi cuenta los medicamentos, y decidí que si iba a tomar antidepresivos no consumiría el genérico más barato, sino que un punto medio, ¡que no deja de ser caro!

Comencé el tratamiento con antidepresivos en dosis baja, al terminar el año pasado. Pasaron 8 semanas antes de notar algún efecto positivo. Pero fue en el momento justo, ya que en la misma fecha de mi separación anterior, pero dos años después, vino mi segunda ruptura. Esta vez yo ya había aprendido por experiencia que no era el fin ni la muerte, y sabía que sería capaz de superarlo.

…Si no sana hoy, sanará mañana.

Cuando empecé a sentirme mejor y a experimentar nuevamente el disfrute y la felicidad, dije ¡wow! Hay vida más allá de la depresión. Tomé el peso también de lo mal que había estado, ya que al sentirme bien pude por contraste asimilar lo que realmente es la depresión.

Hay quienes afirman que al estar deprimidos es como “estar bajo el agua”, y siento que es muy así. Como estar en el “otro lado” de la serie Stranger Things. Tienes la sensación de no estar del todo viv@… no logras percibir tu Yo, está como empañado. ¡Es muy fuerte! ¡Y es horrible!

En ese momento me dije a mi misma respecto a los antidepresivos, ¿por qué no los tomé antes? Si algo pudiera cambiar de mi proceso sería eso: perderle el miedo a los apoyos farmacológicos que pueden ser necesarios y ayudar muchísimo; por supuesto que SIEMPRE suministrados por un médico.

Sanando las heridas del alma

Sin apoyo sé que no habría logrado pasar de depresión severa-moderada a leve. Es fundamental que aceptemos nuestra situación y busquemos ayuda. En mi caso, la triada sanadora ha sido la medicina alopática y antroposófica, la terapia energética y el arte o creación en general.

Eso es costoso, sí, pero nuestra Vida vale más que dinero. Yo puse mi sanación como prioridad, e invertí en mi proceso, porque sé que no tenía otra alternativa:  mi vida no podía seguir siendo “eso”. Renuncié a mi trabajo, y estoy construyendo la vida laboral que quiero.

Actualmente y luego de 10 meses he dejado de tomar antidepresivos ―por supuesto que acompañada por mi médico―, y la verdad es que ha sido más difícil de lo que me imaginaba… Hay días en que me siento mejor, otros que son más duros.

Sé que esto es algo con lo que tengo que vivir, por mi condición neurológica y por antecedentes familiares. Haber pasado por un episodio depresivo mayor nos deja vulnerables de recaer en un 2°, 3°, o más episodios. Creo que debemos aprender a convivir con el dolor, y usarlo, como me pasó con las canciones que surgieron en el camino.

Ahora ese mismo dolor es lo que me impulsa e inspira a trabajar por la educación respecto al autismo, la neurodiversidad y la salud mental.

De ahí, de los recuerdos oscuros es de dónde saco la fuerza, y [alerta de spoiler] como hizo Eleven al final de Stanger Things 2, del dolor es de dónde surge el poder para enfrentar al monstruo, la herida pasa a ser un superpoder.

¿Ha sido fácil? No, para nada. ¿Ha sido hermoso? Sí, absolutamente. Y si hoy estoy escribiendo estas líneas es gracias a que me lancé al vacío, y opté por compartir mi mundo, sabiendo que así puedo ayudar a otras personas. Este es mi proceso personal de sanación, y te agradezco por ser parte de él. ✨🙏✨

Ningún árbol, suele decirse, crece hasta el cielo sin que sus raíces alcancen el infierno.

Carl Jung

Continuación: 7 Pasos para Enfrentar la Depresión – Guía de Autocuidado

13 thoughts on “La depresión y yo – Sanando las heridas del alma

  1. Magdalena,
    tu testimonio es edificante. Felicito que lo expongas tan sincera y tan seriamente. Además, las dos canciones que tu ser-artista comparte, son preciosas.
    Tu quehacer sin duda dará muchos frutos.

    1. Gracias Isabel ❤️
      Debo parte de mi genética musical a ti, así que más gracias aún…
      Y estoy lista para que cuando regreses me ayudes a conocer la guitarra!

      😗

  2. Maravilloso que compartas tu experiencia..soy lejana a todo lo “energético” o “no medico”..mi hija es TEA y TAB y confiamos en su psiquiatra y en la medicación al 100%..ha sido un camino largo aun no encontramos el punto medio..pero aprendo de ti ! Y te lo agradezco como madre

    1. Gracias Rocío.
      Personalmente siento que cuando se tarta de alma humana, a veces lo médico-psiquiátrico se queda pequeño…
      Conozco personas que saben integrar muy bien ambas líneas, me refiero a profesionales de la salud, médicos que además han ampliado su mirada a lo no evidente, para poder ayudar cuando lo alopático se queda chico.
      Los niños y niñas de hoy, dónde me incluyo, aunque nací 20 años antes, venimos a revolucionar muchas cosas, y una de esas tiene que ver con cuestionar la mirada materialista, desde donde solo somos cuerpos.

      El camino del medio, justamente ahí reside lo saludable!
      Un abrazo 🙆‍♀️

  3. Acabamos de hablar.
    Gracias por tu testimonio!
    Yo me apoyo en acupuntura, homeopatía, y muuuucha meditación, mucha (también enseño a meditar). No me resulta la medicina alopática.
    Y sí, el dolor enseña mucho, si nos atrevemos a sentirlo… si nos bloqueamos y cerramos a sentirlo, también dejamos de disfrutar.

    Esta frase me gusta mucho:

    Entre las orillas del dolor y el placer
    fluye el río de la vida.
    Sólo cuando la mente se niega
    a fluir con la vida
    y se estanca en las orillas,
    se convierte en un problema.
    Fluir con la vida quiere decir aceptación;
    dejar llegar lo que viene
    y dejar ir lo que se va.
    Tú no eres lo que sucede,
    eres a quien le sucede.
    -Sri Nisargadatta Maharaj

    Gracias y bendiciones!

    1. Gracias Verónica!
      ✨🙏✨
      Qué bonito escrito.

      Es cierto lo que dices, si bloqueamos, nos bloqueamos a todo, a lo bello, y a lo feo…

      Un abrazo, y bienvenida 💖

  4. Te admiro y resueno en cada palabra , me emociono tus canciones y sobre tu gran voluntad de salir adelante . Somos muy parecidas querida magdalena ✨💕🦄

  5. La vida me trajo aquí hoy, y pensé harto si dejarte o no un comentario… Mientras te leía sonaba en mi una canción hermosa. La conocí como un cover que le hizo Aurora, no sé si la conoces, pero te la recomiendo mucho, siento que te ayudaría y gustaría mucho. Por lo menos para mi fue un salvavidas cuando todo alrededor era tinieblas y desesperanza, porque admito que muchas veces me invade el pesimismo de esta (des)humanidad. Ella llegó a m i vida y su mensaje y música me recojieron y armaron el corazón. Es parte de mi terapia diaria escucharla…
    El cover se llama “Believer”, que originalmente es de Imagine Dragons (grupo que solo caché por ese cover de Aurora).
    Te dejaré el link:
    https://www.youtube.com/watch?v=ClZicbtKl-U

    Y además este otro que es mi preferido y me representa mucho: “All is soft inside”.
    https://www.youtube.com/watch?v=tUiWQiUvWas

    Gracias por compartir tu mundo.
    Te dejo un abrazo fuerte.

    Josefina (Co)

    1. 😊💕
      Gracias Co.
      Por pasar por aquí, y por tus palabras y canciones 🎵

      La ubico a Aurora y me parece re interesante; mi problema es que no entiendo el inglés entonces se me hace distante, pero amo su estética y melodías, su performance…

      Un abrazo grande para ti…
      🦄✨✨✨

  6. Aceptar los ciclos de la vida y abrazar la tristeza como lo q es, un transitorio lapsus de trasformación profunda, así la sensibilidad nos reconecta con lo abismal donde las emociones son fuerzas imponentes y aveces tan solo somos cositas blanditas en coraza de hierro para verse rudos aunq por dentro de malva y chocolate caliente, es una alegría verte Mane y abrazar tu ejemplo de mujer única. Un abrazo y mil cariños

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