6 – DECÍDETE POR TU BIENESTAR

Aquí me refiero a tomar decisiones por nuestro autocuidado. También creo que este punto es difícil, ya que implica cambios, sea de hábitos, como en el caso de la alimentación y actividad física, o en nuestra forma de trabajar, e incluso de relacionarnos.

La decisión más importante que debemos tomar cuando nos encontramos deprimidos es la de poner como prioridad nuestra salud.

Un@ puede saber desde el pensar que algo no nos hace bien, pero mientras no nos decidamos desde nuestra voluntad vamos a seguir haciendo lo mismo. El decidirnos es un movimiento anímico que involucra todo nuestro ser; se siente como en la guata, y nos da fuerza para hacer cosas diferentes.

Una de las decisiones más importantes que tomé en mi crisis depresiva, fue la de concluir el año escolar y renunciar a mi trabajo. Me daba cuenta de que la forma en que trabajaba no me hacía feliz, me generaba frustración y no me sentía realizada. Cuando tomé la decisión lo primero que sentí fue alivio.

A veces las decisiones que tenemos que tomar significan terminar relaciones de pareja, o alejarnos de algunas amistades o familiares… independiente de cuál sea el área en que tienes que generar cambios para tu bienestar, tenemos que asumir que seguir haciendo lo mismo no nos llevará a una situación diferente.

Si queremos tener una vida diferente tenemos que hacer cosas diferentes.

Obvio, cierto? Pero no es tan sencillo, ya que hacer cosas diferentes requiere que haya un cambio interno, en los patrones psíquicos que nos mueven, y puede ser que necesitemos ayuda terapéutica para hacer conscientes esos patrones y poder transformarlos.

Porque, sino terminaremos una relación de pareja para entrar en otra con dificultades similares. Aquí es donde tenemos que asumir nuestra responsabilidad, y salir del rol de víctimas del mundo exterior, porque depende de nosotr@s mismos el lograr verdaderos cambios.

7 – TEN PACIENCIA

Debemos aceptar que el proceso de sanación toma tiempo. Según el tipo y la gravedad de tu depresión va a variar el tiempo mínimo de recuperación o estabilización. Esto además depende de otras comorbilidades que puedas tener y de qué tan constante seas con tu tratamiento.

Cuando se trata de episodios depresivos ―y no de una condición como la depresión endógena o el Trastorno Afectivo Bipolar que son neurodivergencias― a modo de referencia, una vez que inicies el tratamiento en depresión leve podría tomar entre 3 a 6 meses que te recuperes, moderada 6 a 12, y grave 12 a 24; pero hay que considerar ese mismo tiempo y duplicarlo para generar un “colchón” de reserva (un video de la doctora Sofía Vera al respecto y aquí otro video).

Gravedad de la depresión	Tiempo de referencia	Más el doble sería en total
Leve	3 a 6 meses	6 a 12 meses
Moderada	6 a 12 meses	12 a 24 meses
Severa	12 a 24 meses	24 a 48 meses

Porque suele pasar que cuando comienzas a sentirte mejor te pones a hacer todo lo que no pudiste hacer antes, y en esto “gastas” lo poquito que tienes de energía y neurotransmisores, y vuelves a recaer.

Entonces, debemos considerar que al salir de la depresión hay un tiempo de “convalecencia”, en que tenemos que seguir cuidándonos, aunque ya nos sintamos bien, para evitar entrar en el círculo vicioso de emerger y recaer una y otra vez.

Esto es muy importante y tenemos que tomarlo en cuenta si no queremos repetir la historia. Así que vamos con calma, pues hay mucho que recorrer aún.

En tiempos en que estamos acostumbrados a la inmediatez e instantaneidad esto es un gran desafío. Además, el entorno tampoco coopera. Porque cuando te ven recuperado te exigen lo mismo que cuando estabas bien! Y cuesta entender que por mucho que aparentemos estar sanos, por dentro estamos recién retomando fuerzas, por lo que debemos ir de a poco.

PARA CERRAR

Uff!!! Ha sido el post más largo que he hechooo. Es que hay tanto que decir!

A medida que pasa el tiempo más confirmo lo importante que es hablar abiertamente de salud mental. Entré en este mundo por vivencia personal, tras haber pasado mis primeros 25 años sin ningún diagnóstico, y enterándome en plena depresión de que soy autista.

Me han dicho que soy valiente por contar mi experiencia públicamente; creo que es parte de mi ser autista el no otorgarle ciertas cargas emocionales que se suelen asociar a algunos conceptos, y la escasez de filtro a la hora de compartir intimidades.

Además, la intensidad con que vivimos los ideales y sentido de justicia me impulsa a hacer algo, y no quedarme tranquila cuando veo que hay tanto por hacer, tanta ignorancia y desconocimiento, y por ende, tanto sufrimiento, el mismo que viví yo.

Y me ha pasado al hablar sobre mi depresión o sobre otras dificultades psicológicas, que muchas personas conocidas y amig@s me cuentan sobre sus propios diagnósticos, pero la mayoría no habla abiertamente de esto, manteniendo en secreto sus condiciones de salud mental.

En realidad, no debería extrañarme el hecho de que aún hoy, a comienzos del 2020, los trastornos y condiciones de salud mental sigan siendo estigmatizados socialmente, siendo tabú, y generando vergüenza a quien los vive; ya que la historia reciente de la humanidad está llena de heridas al respecto.

El siglo pasado los investigadores se vieron intrigados por la idea de que las enfermedades mentales podían transmitirse generacionalmente, y estudiaron la heredabilidad de enfermedades tales como la esquizofrenia, el trastorno bipolar y la depresión. Lamentablemente estas ideas fueron tomadas por el movimiento del eugenismo (https://es.wikipedia.org/wiki/Eugenesia).

No hace mucho, países como Estados Unidos, Canadá y Suecia, entre otros, tenían programas de eugenesia ―además del conocido genocidio nazi―, en que las personas con trastornos mentales eran consideradas “lastres humanos”, y no “aptos” para la reproducción, pasando por sobre los derechos fundamentales de miles de personas.

Leyes en distintos estados de EEUU prohibían a “enfermos mentales” el matrimonio, y eran esterilizados forzosamente con el fin de evitar la “transmisión” de las enfermedades a la siguiente generación; leyes que no fueron abolidas hasta mediados del siglo XX. En Estados Unidos, entre 1927 y 1963 fueron esterilizadas forzosamente unas 64.000 personas. Canadá llevó a cabo miles de esterilizaciones forzosas hasta los años 1970!

Suecia esterilizó por la fuerza a 62.000 personas, principalmente “enfermos mentales”, pero también minorías étnicas y raciales, en un programa eugenésico que duró 40 años. Todo esto abalado por numerosos médicos y científicos eugenistas fanáticos. 😢

Se calcula que entre el 1934 y 1937 el régimen nazi esterilizó forzosamente a unas 400.000 personas que eran consideradas mental y físicamente no “aptas”. Como sabemos, los nazis fueron más allá, matando decenas de miles de personas en situación de discapacidad mediante programas obligatorios de “eutanasia”.

Luego de la segunda guerra mundial los impulsores del eugenismo a nivel internacional debieron mantenerse bajo perfil, debido a los horrores del holocausto; cambiaron el nombre a algunas revistas y agrupaciones, pero sus ideas se ejecutaron hasta hace 50 años, y perduran en muchas mentes, que siguen viendo como inferiores a quienes divergimos neurobiológicamente.

La fuerza de impulsos como esos cala en el psiquismo colectivo, por lo que el miedo viene como agregado a los trastornos mentales y diversas condiciones de salud mental, a pesar de que hoy en día la psiquiatría ha evolucionado bastante, entregando tratamientos que permiten llevar una vida plena a pacientes psiquiátricos.

Sin duda hay mucho que sanar, mucho por educar…

Siento que hablar de autocuidado ya es un paso, y por supuesto que es algo personal, pero, luego de haberlo hecho y observar el efecto que ha tenido mi testimonio me doy cuenta de lo potente que es contar nuestras historias, para ir desmitificando las condiciones neurodivergentes y hacer más llevadera la experiencia de las nuevas generaciones.

Espero que esta guía de autocuidado para enfrentar la depresión te haya servido. Si es así, comenta más abajo! 😊